Nos enfadamos tantas veces y no sirve de nada. Ya me lo decían cuando era pequeña: quien se enfada dos males tiene: enfadarse y desenfadarse. Por qué no podremos ser de otra manera, por qué los coches te pitan cuando ya has pasado y no antes de pasar. Si el pitido es de castigo se lo tragan ellos también, ¿qué sentido tiene?, pues a mí qué!! que piten lo que quieran, que si la calle está cortada, está cortada y punto. Yo ya no... yo ya no me voy a enfadar más..., eso es lo que yo quisiera..., con los coches es fácil, pero con otras cosas... no. Y que conste que yo ya no... yo ya no estoy enfadada.
"Sobrevivir a tu indiferencia es un milagro, y soportar un rostro de piedra es tan pesado. No hay forma de enderezar nuestros defectos, al fin y al cabo no somos más que un par de extraños. Por favor, alza la vista y observa bien que aún no es tan tarde, es bien fácil. Te cojo mal no te apetece hablar de nada, no me darás el brazo a torcer esto es un drama. Caes en el error de dar un valor a lo supérfluo. Me marcharé y aquí estaré cuándo despiertes. Nada más que silencio y joyas y ahora tu te preguntarás dónde estás. Aquí me encontrarás ausente, aquí me encontrarás valiente, aquí me encontrarás. "